Nuestros Titulares


Santísimo Cristo de la Vera+Cruz

Imagen de finales del s. XV o principios del s. XVI, fue realizada en pasta de madera con telas encoladas y reforzada con fibras vegetales y pelo de animal encolado. El crucificado posee una magnífica calidad y artisticidad en su expresión y modelado. Por su composición equilibrada, armonía de líneas y proporciones atiende a las características del renacimiento andaluz. Mide 1´45 m.

Fue restaurada por Francisco Buiza Fernández en 1983 y tras la muerte de este le sustituyó Francisco Berlanga de Ávila. Tras el incendio fortuito de la parroquia de 1990 fue nuevamente intervenida por el mismo imaginero sevillano. La restauración que se llevó a cabo se centró en la reparación de los brazos y piernas de la imagen, que quedaron muy afectadas por el fuego y la reintegración de la policromía.

Nuestra Señora de los Dolores Coronada

Fue realizada por Juan de Astorga en 1816 y firmada en la parte inferior del busto de la imagen. Un inminente carácter doloroso marca el estilo de esta dolorosa. Posee importantes y destacados rasgos astorgueños como la elegancia y finura del modelado, los labios y boca entreabierta, una expresión dulce, la nariz recta y la disposición de los ojos caídos y lánguidos, mirando hacia abajo e inclinando la cabeza levemente hacia la derecha.

En enero de 1990 fue sometida a una pequeña intervención por la aparición de grietas en el rostro, realizando los trabajos de restauración Francisco Berlanga de Ávila terminando en marzo de ese mismo año. En abril de 1990, un incendio fortuito dentro de la parroquia dañó gravemente la imagen, interviniendo profundamente la imagen el imaginero sevillano Juan Manuel Miñarro. La imagen volvió el 23 de noviembre de 1990.

Nuestra Señora de Belén

Imagen de candelero de 1.50 m fue realizada en el s. XVII pero la imagen que nos ha llegado hasta hoy es fruto de una intervención profunda del s. XVIII. Su expresión dulce y gran modelado hacen de esta imagen una de las obras más importantes de la Hermandad. El leve giro de la cabeza hacia la izquierda le otorga una singular majestad y elegancia; la boca entreabierta dibujando una suave sonrisa, mas interior que exterior, la nariz recta de estilo helénica y la disposición de los ojos caídos y lánguidos, como la arcada de sus cejas, prefiguran la alegría de la Gloria de Dios.

Posee en el brazo izquierdo una representación del Niño Jesús de una perfección importante en el modelado y una maravillosa expresión. La imagen se enmarca dentro del concepto de vírgenes de gloria.

A lo largo de la historia, la imagen ha sufrido varias intervenciones. La primera documentada fue por Emilio Pizarro en 1886. En 1989 Francisco Berlanga de Ávila volvió a realizarle una intervención a la imagen mariana. La más importante fue en 1990 tras el incendio fortuito de la parroquia.

San José

Imagen de San José obra del imaginero Francisco Berlanga de Ávila, con callado en la mano izquierda en posición andante. Busto de barro cocido policromado al óleo con cuerpo.